La historia del cautiverio de los cetáceos

Los cetáceos, conocidos popularmente como delfines, ballenas y marsopas, son extraídos de la naturaleza y criados en cautiverio con el objetivo de utilizarlos para el entretenimiento en espectáculos, aunque algunas instituciones afirman que estas acciones tienen como objetivo principal conseguir su conservación en estado salvaje.

Es desde el año 1861 que existen cetáceos en cautiverio, fue P. T. Barnum quien anunció la primera exhibición de cetáceos en cautiverio en el Museo Americano Barnum en Nueva York, en esta exhibición participaron dos belugas vivas. Estos animales nunca se habían visto en cautiverio y causaron revuelo en la gente de la época. Este primer intento por mantener a los cetáceos en cautividad se truncó a causa de un incendio en el museo en 1865. No fue hasta junio de 1938 cuando se abrió el primer delfinario comercial en la ciudad de Marineland en Florida. Su principal atracción fue la exhibición de un delfín mular (Tursiops truncatus) y tuvo tanto éxito que no tardaron otras ciudades en copiar la idea.

Fue entonces cuando la popularidad del cautiverio de cetáceos fue creciendo dando lugar a la filmación de la película “Mi amigo Flipper” (1963) y su serie televisada en 1964. Esta película logró enamorar a todo el público gracias a su protagonista, el delfín Flipper, que se convertiría en una estrella del cine. Se mostró en todo el mundo el carisma y la inteligencia de estos animales, marcó a toda una generación. Pero resulta que Flipper fue interpretado por un total de 5 delfines hembra: Suzy, Patty, Scotty, Squirt y Kathy; aunque también se utilizó un macho, Clown, puesto que era el único que conseguía efectuar uno de los famosos trucos que las hembras no dominaban, “caminar sobre la cola”. Se eligieron hembras porque eran menos agresivas y era más probable que presentaran una piel más inmaculada que se vería mejor en televisión. De todos los delfines resaltaba Kathy, debido a que aparecía en más escenas. Fue entrenada por Richard O’Barry, entrenador de Miami Seaquarium. Cuando la serie finalizó fue retirada en un pequeño tanque. Fue entonces cuando su entrenador notó que su estado de ánimo empeoraba, hasta que Kathy decidió dejar de respirar en sus manos. Según sus declaraciones, cuando finalmente la soltó, ella simplemente se hundió hasta el fondo de su tanque, muerta.

“El suicidio fue lo que me cambió. La industria (del entretenimiento animal) no quiere que la gente piense que los delfines son capaces de suicidarse, pero son criaturas conscientes de sí mismas con un cerebro mayor que el cerebro humano. Si la vida se vuelve tan insoportable, simplemente no toman el próximo aliento. Es un suicidio.” – O’Barry, en la revista Time en 2010.

Años más tarde, en 1970, fundó Dolphin Project, organización benéfica sin ánimo de lucro, dedicada al bienestar y protección de los delfines en todo el mundo. Con el objetivo de educar al público sobre el cautiverio y, cuando sea posible, retirar y/o liberar delfines en cautividad.

El primer delfinario llegó a Europa en 1966. Actualmente, se estima que hay un total de 58 países con más de 3.000 cetáceos mantenidos en cautividad. Los países con más delfinarios son: Japón, China, EE UU, México, Rusia, Ucrania y España. Este último es el país con mayor número de delfinarios y cetáceos en cautividad en Europa, con un total de 10.

Extracción de cetáceos del medio natural y reproducción en cautiverio

Estos primeros cetáceos conseguidos para las exhibiciones fueron capturados desde su medio natural, en la actualidad todavía se utilizan estos métodos en algunos puntos del mundo, aunque muchos de los delfines en cautiverio han nacido siéndolo. La mayoría de los métodos de captura de cetáceos son extremadamente traumáticos, e incluyen persecuciones en lanchas y equipos de captura que luchan con violencia contra los animales para que se sometan antes de subirlos a la embarcación, y después colocados en tanques o corrales temporales de poca profundidad. Todos los métodos de captura de cetáceos son invasivos, estresantes y pueden ser mortales.

Actualmente, existe una matanza de cetáceos muy polémica que también abastece de cetáceos a zoológicos principalmente de Japón y de China. Esta cacería se lleva a cabo en Taiji, un puerto en el sur de Japón. Esta población tradicionalmente se ha abastecido y se sostiene económicamente gracias a la pesca. Sin embargo, cada septiembre se celebra una cacería masiva de cetáceos. En 2021 el gobierno japonés permitió matar o capturar un total de 1.849 delfines de 9 especies diferentes. La gran mayoría de animales son sacrificados por su carne, aunque los mejores ejemplares son capturados vivos e insertados en el mercado negro por ser vendidos a zoológicos marinos. Lo más alarmante de este episodio que se repite cada año es la forma en la que se mata a estos animales, de forma cruel e inhumana. En 2009 se filmó un documental para denunciar estos hechos donde aparecen imágenes inéditas de la cacería de Taiji, llamado “The cove” e impulsado por O’Barry, fundador de Dolphin Project. Aunque la práctica ha sido denunciada en el ámbito internacional, el gobierno japonés sigue apoyando sin miramientos.

En Europa nos encontramos en una situación diferente, actualmente no existe ningún individuo que se haya obtenido de las matanzas masivas de Taiji o de ninguna otra. Más de tres cuartas partes de los delfines que viven hoy en Europa (aproximadamente 255) nacieron en zoológicos europeos. El resto se importaron del entorno natural, hace treinta años o incluso más en algunos casos.

¿Es realmente necesario el cautiverio de cetáceos?

Dejando a un lado las consecuencias de las capturas para la salud de los animales, de las condiciones que tienen en cautividad o de su reproducción en los delfinarios. Actualmente, existen muchas situaciones, en algunas los animales no se tratan de la forma correcta ni se les proporcionan los alimentos y espacios necesarios. Otros se invierte en poder darles unas condiciones de vida aceptables. Existen muchas opiniones al respecto, muchos naturalistas opinan que estos animales necesitan vivir en su medio natural, otros afirman que su cautiverio es necesario para la conservación de las especies en libertad. Desde un inicio se ha justificado el cautiverio de los cetáceos por la educación de la población y también por fines de investigación científica orientados a la conservación y protección de poblaciones salvajes.

El problema surge cuando varios estudios demuestran que el comportamiento de los cetáceos en cautividad no es comparable con el comportamiento de los mismos en libertad. En estudios de audición se utilizaron belugas en cautividad para calcular a qué distancias éstas pueden detectar el tráfico marítimo, estimando una distancia de 20 km. Observaciones en la naturaleza demostraron que las belugas pueden detectar embarcaciones a más de 80 km. Otro estudio con delfines mulares demostró que los animales en cautividad no emiten la misma variabilidad de silbidos que sus animales salvajes similares. Por último, algunos estudios demuestran que los delfines en cautividad nadan a velocidades mucho menores que en sus ambientes naturales, así como de formas diferentes (los delfines en libertad pueden realizar movimientos a elevadas profundidades, que no se pueden comparar con los que puedan realizar en cautividad). Todos estos aspectos ponen en duda la utilidad de las investigaciones que supuestamente deben estar orientadas a la conservación de las poblaciones salvajes, ya que la única información que se puede extrapolar es que el animal en cautividad no puede actuar de la misma forma que hacen los salvajes.

Por tanto, no se puede justificar el cautiverio de los cetáceos por su conservación en estado salvaje, ya que en muchos casos es imposible esperar que un cetáceo criado en cautividad pueda tener el mismo comportamiento que uno salvaje. Entonces, ¿realmente es necesario el cautiverio de cetáceos? ¿O es solo una actividad que económicamente beneficia a algunas personas?

 

Bibliografía