Los mares y océanos juegan un papel determinante en la regulación de los ecosistemas de nuestro planeta. El agua marina cubre aproximadamente el 71% de la superficie de la Tierra, pero actualmente la vida en los océanos está sufriendo un proceso de cambio acelerado. La contaminación, el cambio climático y la sobreexplotación pesquera van agotando los recursos de toda la cadena trófica marina. Desde los grandes mamíferos, cetáceos y peces hasta la vida más invisible de los fondos de los océanos, todos salen perjudicados.

Las técnicas de pesca que causan esa problemática son también muy destructivas. Uno de los métodos de pesca industrial más utilizado es la pesca de arrastre. Este método consiste en arrastrar una red enorme y pesada a lo largo del fondo marino para levantar todo lo que encuentre a su paso. Investigaciones realizadas han relacionado el arrastre con fuertes impactos en el medio ambiente, como la pesca de un gran número de especies no objetivo, así como la destrucción de la superficie del suelo marino.

Esta pesca de especies no objetivo es conocida como pesca incidental. Ésta se produce cuando, de forma involuntaria, se capturan peces u otras especies marinas mientras se está intentando pescar otro tipo de pescado. En algunos casos, las capturas incidentales no se pueden evitar y existen especies no deseadas que terminan en las redes de pesca. Algunas de estas especies pueden estar en peligro de extinción y protegidas, como son los cetáceos, las tortugas, los tiburones… Otro problema que se asocia con las capturas incidentales es que alteran la cadena trófica al capturar, sin quererlo , peces de los que dependen otros para alimentarse. Por último, pueden provocar que la población de una especie de pez se reduzca hasta el punto en que es difícil que se recupere. Esto puede ocurrir si las artes de pesca no están diseñadas para permitir que los ejemplares juveniles puedan atravesarlos libremente y reproducirse, por ejemplo.

Por su parte, el incremento de la demanda mundial de recursos pesqueros está estrechamente ligada al aumento demográfico mundial. Los peces son la principal fuente de proteínas animales para 1000 millones de personas. En 2010, la demanda de productos de la pesca supuso unos 128 millones de toneladas, es decir, 18,4 kg por persona (Figura 1). Por tanto, es imposible evitar el consumo de pescado, ya que la alimentación de la población mundial depende de este recurso. Lo que sí se puede hacer (y es muy importante hacerlo) es saber de dónde procede este pescado que consumimos, para evitar las consecuencias que puede tener su sobrepesca.

Figura 1: Consum d’aliments aquàtics per continent (1961-2019). Fuente: FAO. 2022. El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2022. Hacia la transformación azul. Roma, FAO

Caso de cogestión pesquera en Cataluña, la pesca del sonso.

El sonso es una especie de pez de tamaño muy pequeño, un adulto llega a los 10 cm, aunque se han llegado a encontrar de 15 cm. Forma muelas voluminosas en aguas muy someras, casi a pie de playa (Figura 2). Además, se come frito en el Mediterráneo desde hace siglos, es un plato muy preciado en nuestra gastronomía.

Figura 2: Mola de sonso a peu de platja. Fotogragía pròpia de la plataforma MINKA.

La pesca con la sonsera consiste en lo siguiente: una vez localizada e identificada visualmente la muela de pescado, se la rodea con el arte (de bandas muy largas). Posteriormente, se echan las dos bandas con la ayuda de un virador desde la barca, y el pez queda concentrado en el cóp, parte final de la red, que es de malla prácticamente ciega, es decir, con los agujeros muy pequeños. Además, su pesca se realiza muy cerca de la costa.

Este tipo de pesca, por tanto, presenta dos problemas: la proximidad a la costa y el tamaño de los agujeros de la red, ya que el 21 de diciembre de 2006, la Unión Europea adoptó un reglamento sobre la gestión para la explotación sostenible de los recursos pesqueros en el mar Mediterráneo. Este reglamento adopta medidas técnicas relacionadas con el tamaño de la malla y la mínima distancia en la costa, así como las profundidades permitidas para las redes remolcadas. Hasta el 31 de mayo de 2010 se aplicaban excepciones transitorias al tamaño mínimo de malla y la distancia mínima desde la costa, pero llegó el punto en que este tipo de pesca se consideró ilegal.

Fue entonces cuando los pescadores, la administración pública y los científicos se pusieron en marcha para conseguir que esa pesca fuera una excepción. Por tanto, se desarrolló un plan de gestión de acuerdo a las normas de la Unión Europea de la pesca con el arte de tiro desde la embarcación, llamado “sonsera”. Se creó formalmente un Comité de Cogestión con la misión específica de garantizar una pesca sostenible. El Comité está integrado por las administraciones públicas, asociaciones de pescadores, investigadores y organizaciones no gubernamentales.

Actualmente, la pesca del sonso es legal y los propios pescadores son los que se imponen las normas establecidas por el Comité de Cogestión para garantizar su pesca sostenible. El plan establece un período de veda y uno de pesca, que cada año va del 1 de marzo al 15 de diciembre, aunque puede variar dependiendo del estado de la especie. Esto permite una recuperación del sonso y, además, los pescadores obtienen mayor beneficio pescando menos pescado, ya que el producto disminuye, la demanda aumenta y, por tanto, el precio del mercado también aumenta.

Éste es un ejemplo muy concreto de cómo se ha podido gestionar la pesca de una especie para evitar su sobrepesca y el declive de su hábitat, pero es el punto de inicio para la creación de más programas de gestión para evitar la sobrepesca a nivel local, y más adelante a nivel internacional.

 

Bibliografía